SALIO DE LA MATERA LA FLORECITA ROCKERA

Escribir sobre este tema creo que es tan complejo como lo es sobre política o religión, son temas que muchos hemos tenido que cuasi vetar, y tratar en círculos muy reducidos donde se pueda dar una discusión tranquila y constructiva, dejando las vísceras en otra parte.

 

No, no estoy exagerando, para nada, pero sé que el Rock es un tema intocable para muchos, por lo menos de mi generación, es como una competencia no anunciada de quién es el mejor, de cual sabe más, y como si fuera poco un tema exclusivo de los chicos, que tal!. Si las niñas también amamos el Rock, por eso hoy no me aguanté y aquí me tienen, hablando de una de las mayores expresiones culturales de todos los tiempos.

 

Recuerdo un día jugando en el colegio, en el que para ese entonces las niñas éramos solo el 10% de todo el plantel; uno de nuestros compañeros dijo: “niñitas, ustedes al pop nosotros al Rock”, mientras cantaban muy lúcidos “Another brick in the Wall” (Otro ladrillo en la pared) de Pink Floyd, confieso, era hasta gracioso escucharlos, tan presumidos, tan rebeldes.

 

Hey! Teachers! Leave them kids alone! (Hey! Profesores! Dejad a los niños es paz!

 

Llegar a la casa o al barrio no era muy distinto, escuchar desde el otro lado de la puerta de la habitación a mi hermano cantando a todo pulmón: “Exit ligth, enter night, grain of sand”, coro de “Enter Sandman” de Metallica era parte del ritual de muchas tardes.

 

Así crecimos, los amigos del cole, los vecinos, los primos, intercambiando casetes y tratando de entender en nuestro precario inglés, canciones de Gun’s and Roses, R.E.M., Aerosmith, Iron Maiden, Led Zeppelin, Queen, Rolling Stones, AC-DC, The Beatles, U2 y los que me falten. Era una tragedia griega que un casete se enredara, no solo en el infaltable lapicero rebobinador sino lograr sacarlo en perfecto estado de la casetera.

 

Pronto llegó eso que nos reconciliaría a chicos y chicas, nos enamoraría y nos haría sentir inmortales, pasando noches enteras con la casetera de pilas, nuestras primeras botellas de licor barato, nuestros primeros besos y el indispensable amigo guitarrista. Llegó el rock en español, ese que nos identificaba, que nos enamoraba y nos entusaba.

 

Pasamos interminables noches cantando canciones de Soda Stereo, Héroes del Silencio, Enanitos Verdes, Caifanes, Los Fabulosos Cadillacs, Café Tacuba, Aterciopelados, Ekhymosis, Poligamia y de nuevo los que me falten. Era mágico encender una fogata, y cantar

 

 

Creo que hasta aquí me llegaron las letras, mejor me saldré un rato de la matera me pondré a escucharlos. Los quiero, tanto como al rock.

 

 

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