DE LA TIERRA FIRME DE COLON, A LA INDEPENDENCIA DE BOLIVAR

Era un viernes 12 de octubre de 1492, cuando Colón creyendo que llegaba a las Indias, pisaba la isla Guanahani, hoy San Salvador, una de las islas Bahamas en el Mar Caribe. En la literatura se le llamó inicialmente Tierra Firme a esa enorme zona no demarcada a la que llegaron los españoles. Lo cierto, era que habían arribado a éste hermoso continente que los pueblos indígenas aún llaman Abya Yala, tierra en plena madurez o de sangre vital; nombre dado por el pueblo Kuna de Panamá y Colombia. Fue el geógrafo alemán Martín Waldseemüller, quien en 1507 dibujo el mapa del nuevo mundo, incluyendo a nuestro continente bajo el rótulo de América, pues él se había basado en los documentos realizados por Américo Vespucio, un navegante italiano que según la historia pisó por primera vez América en 1497 y quien registro juiciosamente nuestra geografía.

La historia posterior a Colón y a sus cuatro viajes a América, se resume sin duda a tres siglos de dominio europeo, llenos de saqueo y violencia, en la que se exterminaron entre otras, a las civilizaciones más importantes que existían, la Azteca y la Inca. Con los europeos llegaron enfermedades y una dominación que duraría hasta el siglo XIX. Nuestras tierras fueron colonias españolas que recibieron nombres diferentes, desde Reales Audiencias, como Panamá, Santa Fe, Quito y Lima. Capitanías, como Venezuela, Puerto Rico, Cuba y Guatemala. Pero fue en 1717 que Felipe V, constituyó una entidad territorial que hacia parte del imperio español, denominado Virreinato del Nuevo Reino de Granada.

Bajo ésta entidad hubo varios intentos de independencia, como la revuelta del 20 de julio de 1810, debida a la negación del préstamo de un florero, por parte del comerciante español José González Llorente al señor Luis de Rubio, quien se lo pidió prestado la visita del comisario real Antonio Villavicencio, un criollo nacido en Quito. Los independentistas sabían que Llorente se negaría, así que era la excusa perfecta para sembrar la semilla de la independencia y aprovechar que al otro lado del mundo las tropas francesas a la cabeza de Napoleón habían invadido España.

Pero seguíamos en un periodo inestable, que permitió que nuestro territorio fuese reconquistado pocos años después, en 1815 por el ejército de Fernando VII a la cabeza de Pablo Morillo y su Régimen del Terror, que duraría hasta 1819, cuando el ejército republicano comandado por Bolívar, tras las batallas del Pantano de Vargas y de Boyacá, logró el control de Santa Fe, el 10 de agosto de 1819. Sin embargo, el virreinato seguía ejerciendo en Popayán, Quito, Pasto, Cartagena, Santa Marta, Caracas y Panamá. Sólo en 1822 los realistas habían perdido el control y en teoría éramos finalmente libres.

A nuestros días, lo más importante y que no debemos olvidar es que ninguna reivindicación será suficiente para nuestros pueblos precolombinos y todo lo que se perdió de sus civilizaciones. Sin embargo, en aras de realmente conmemorar la vida de todos los que perecieron, debemos rescatar lo positivo de este periodo de nuestra historia.

Sin duda, uno de los acontecimientos más importantes, la expedición botánica de 1783, dirigida por José Celestino Mutis, una invaluable investigación científica de la flora colombiana. Gracias a Europa conocimos el papel, el alfabeto escrito, avances en arquitectura e ingeniería, usos de los metales y la producción de seda. Alimentos como el trigo, la caña de azúcar, el aceite de oliva, el vino, el queso, las almendras, la canela y la pimienta. Conocimos a los caballos, que hoy en día son símbolo de varias culturas americanas. También, la brújula, la pólvora y supimos de civilizaciones como la egipcia, la griega y la romana, que en tiempos remotos, convivieron con las nuestras sin siquiera imaginar que al otro lado de su mundo, existía otro al que incluso se asemejaba bastante.

Ellos tomaron de nosotros, el oro, otros minerales y piedras preciosas, pero también conocieron alimentos como el maíz, los frijoles, las papas, el tomate, la calabaza, la piña, el aguacate, el tabaco y el chocolate. Aprendieron de la sabiduría ancestral de los pueblos precolombinos para el tratamiento de muchas enfermedades. Conocieron también el estrecho vinculo existente entre los pueblos aborígenes y la madre tierra, tan necesario en estas duras épocas de cambio climático y por lo que debemos unirnos, pues al final todos somos hermanos, llegamos y partimos de igual manera de este mundo, tenemos la sangre roja y vivimos en la misma casa, LA TIERRA.

 

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