Cinco de la mañana del martes 27 de septiembre de 2016 en Suiza, diez de la noche del lunes en Colombia. Suena el teléfono, me angustio, pero es mi papá con una voz cargada de alegría:
- Amor mío, llegó el gran día, ese que mi generación, la de mis padres y la tuya, hemos esperado por años.
- ¡Firmamos la Paz!
- ¡Por fiiiiiin, cesó la horrible noche! – Contesté. El siguió:
- ¡Mis nietos, crecerán en un país hermoso, con oportunidades para todos. Disfrutaremos de las puestas de sol y les mostraré el Gran Cauca, este departamento mágico entre los Andes y el Pacifico, lleno de multiculturalidad y riqueza natural!
- Iremos tranquilos al Parque Natural Munchique, subiremos al volcán Puracé, visitaremos Guapi, el Patia y el parque arqueológico de Tierradentro.
- ¿Te imaginas que vayamos a la Isla Gorgona?
Lo escuchaba feliz mientras consultaba en los medios de comunicación:
El New York Times tenía un titular que rezaba: «Colombia firma el Acuerdo de Paz con las FARC después de cinco décadas de guerra” (Colombia Signs Peace Agreement With FARC After 5 Decades of War). La RTS Radio Televisión Suiza, dedicaba toda una emisión al respecto. La presentadora anunciaba: “Colombia vivió el lunes un día marcado con una paloma blanca en los libros de historia, firmando con la guerrilla de las FARC un acuerdo de paz que pone fin a un conflicto armado de más de medio siglo”.
La mujer, no podía ocultar su felicidad, me llenaba el corazón ver a una persona ajena a mi país, hablando en francés y a kilómetros de distancia, con un aire festivo que no podía disimular.
- ¡Pero claro, la paz nos debe poner contentos a todos! Pensé.
Yo seguía escuchando a mi padre y sus sueños con el Departamento del Cauca, que tengo la certeza que nadie conoce y ama más que él.
Pasaron algunas semanas; una noche, mi esposo y yo nos sentamos al calor de un vino y empezamos a soñar con la vida en una Colombia en Paz, recordamos los días del colegio en Popayán, nos imaginamos a nuestro pequeño jugando con amiguitos, haciendo la novena de aguinaldos, llevándolo a Silvia, a Caldono, a Santander de Quilichao y a todos los rincones sagrados de los abuelos.
Pocos meses más tarde, estábamos haciendo maletas, las cargamos de ilusiones, expectativas y sueños. En verano del 2017, era una realidad, estábamos en Colombia, la puerta de oro de Suramérica, el país del café y las esmeraldas,. Y sí, lastimosamente, el mismo que llevaba cincuenta años en una guerra que había cobrado la vida de miles de colombianos.
Pero esta vez era diferente, porque llegábamos a un país encaminado hacia la paz, con la claridad de que era un proceso, que en las venas de nuestra sociedad había mucho por corregir, que la cultura de la mafia y de la guerra había impregnado lo más profundo del alma colombiana, pero que habíamos dado el primer gran paso.
Los primeros meses en Colombia fueron mágicos, fuimos testigos directos de la paz, la sentimos, la vivimos, la respiramos.
Visitamos pueblos que por tantos años fueron zona roja, atravesamos ríos, comimos en las plazas del mercado. Pero nuestra felicidad no duraría mucho, la contienda política presidencial estaba en su punto máximo y con ella una serie de disputas absurdas, cargadas de fanatismo y populismo. Empecé a ver familiares y grandes amigos en batallas campales, por defender a una clase política amoral e infinitamente corrupta; en las ciudades un clasismo acentuado e indolente, frente a cordones de miseria extrema evidenciables en cualquier semáforo.
Un año más tarde, todo había cambiado, se instalaba un nuevo gobierno, un país parcializado, en el que era difícil tener una opinión sin ser estigmatizado. Ahora la mayoría eran expertos en geopolítica y macroeconomía, pero muy pocos en ética y valores. Empecé a sentirme más sola que cualquier día gris de mis primeros inviernos en Europa. Entonces, volvimos a hacer la maleta, con frustración desmedida, pero a pesar de todo amando a Colombia.
Dos años después no saben el dolor que se siente desde lejos, volver a ver tu país en guerra, soy consciente que hablo desde el privilegio, pero soy consciente también que es tan solo un golpe de suerte; que mientras yo estoy aquí en Suiza, en uno de los mejores países para vivir en el mundo, mis hermanos colombianos están allá, otra vez matándose, otra vez masacrándose. Solo puedo decirles que los que podemos irnos, lo hacemos, pero nos vamos sangrando, nos vamos con la impotencia del que tiene a un ser amado desahuciado y no puede hacer nada para salvarle la vida, los que nos vamos tratamos de hacer patria, con pequeños o grandes gestos, los que nos vamos seguimos siendo colombianos y seguimos soñando con ese país maravilloso pero en paz.
María Del Rosario Paz
/ 05 Sep 2020He leído este artículo tal vez unas diez veces, y me quiebro una y otra vez, cuantos sentimientos en tan pocas palabras, el amor qué sentimos por Colombia es increíble, y es dolorosa la impotencia. Solo nos queda aportar cada uno desde nuestro ser lo mejor que tengamos para un mejor futuro.
Sigue escribiendo ese es tu mayor aporte, tu mejor talento y tu más linda virtud. Te Amo con toda mi alma hermana.
Victoria Paz Ablanque
/ 09 Sep 2020Yo a ti y lo sabes. Con la certeza absoluta que los colombianos buenos somos más, los que estamos lejos, los valientes que están allá en primera línea, seguiremos atados por siempre a nuestra hermosa madre Colombia, y luchando por ella desde donde sea.
Walter Aldana Q
/ 05 Sep 2020Hermoso relato, lo llore.
Acá seguimos rebeldes, dignos, resistiendo a la muerte, soñando aün con respirar algun dìa la paz.
Gracias Victoria.
Victoria Paz Ablanque
/ 09 Sep 2020Gracias Walter, sobretodo a ustedes, que están allá en primera línea, seguiremos luchando por como tú dices “Respirar algún día la paz”.
Juan Moreno
/ 05 Sep 2020Una voz que comparte el sentimiento y el grito ahogado de las personas que sentimos el deseo de tener un país donde la gente aprenda a vivir y a dejar vivir. Gracias por compartirlo con nosotros!!
Victoria Paz Ablanque
/ 09 Sep 2020Gracias Juan, no lo pudiste decir mejor “un grito ahogado”, con la esperanza de que más temprano que tarde, aprendamos a vivir juntos, Abrazo enorme.
Nancy Muñoz Barona
/ 05 Sep 2020Victoria felicitaciones y muchas gracias por hacerme partícipe de esta maravillosa narrativa que me arrugo el corazón ,y que al leerla en voz alta para Guido , por segunda vez, quebró mi voz . Describes con lujo de detalles la realidad de este país , dotado de cosas maravillosas pero también de las cosas más despreciables que infortunadamente conforman esa otra realidad que nos toca sufrir y padecer y nos abocan a la desesperanza e incertidumbre, pero seguimos en la lucha y resistencia poniendo muchos granitos de arena para ver si es posible que algún día la tan anhelada Paz se incrusta en los corazones de la sociedad y del gobierno como el propósito y el bien más preciado que debemos alcanzar
Como víctima directa de esta guerra absurda comprendo y comparto tu dolor de patria. Que Dios y tu corazón te sigan iluminando e inspirando para que continúes escribiendo artículos como este , que remueven las fibras más íntimas de nuestros sentimientos y nuestra conciencia
Abrazos de mi parte y de Guido , a el también le encanto tu escrito, espero nos veamos pronto
Victoria Paz Ablanque
/ 09 Sep 2020Nancy y Guido, es un honor para mi que les guste mi trabajo, todavía más que coincidamos en deseos y anhelos para nuestra amada Colombia; Gracias por estar allá en la primera línea de esta guerra interminable. Un abrazote cargado de los mejores recuerdos de mi vida.
HOLMAN DARLEY BOLAÑOS LAME
/ 05 Sep 2020Felicitaciones, doctora Victoria, me alegra leer sus artículos, desde la distancia mi saludo de amistad a usted y su familia.
Cordial y Atento Saludo
Victoria Paz Ablanque
/ 09 Sep 2020Muchas gracias Holman, por tu apoyo siempre, un abrazo enorme, saludos en casa y lo mejor para ti y tu familia.
GUSTAVO CASTRO CAYCEDO
/ 07 Sep 2020Admirada Victoria, gracias por su elocuente
reflexión..
Su dramática pero objetiva radiografía que me
ha conmovido, refleja el dolor de familia y de
patria que hoy nos desgarran a los
colombianos, y muy especialmente a quienes,
como Usted, sufrimos la distancia de quienes
más amamos, con el doble dolor causado por el
coronavirus, y por quienes con pasiones
irracionales están inmolando la
aún débil paz en gestación, impidiéndole
convertirse en la realización del gran sueño
suyo, de su familia, y de quienes
nos identificamos con su sensible
y valerosa oración.
Victoria Paz Ablanque
/ 09 Sep 2020Muchas Gracias Gustavo, todavía más que te sientas identificado con mis letras, es un buen síntoma de sensibilidad y de que aunque lejos seguimos haciendo patria y no damos la espalda a los graves problemas que como lo dices están inmolando nuestra soñada paz. Abrazo cargado de gratitud.
Dora
/ 09 Sep 2020Bello Relato de una realidad que muchos experimentan, tener la ducha de alzar la voz y en libertad de hacer es un arma que puedes utilizar contra esas que destruyen la vida de muchos!
Utiliza tu talento y sobretodo tu pasión y amor por tu País sigue expresando lo que siente ayudará a muchos a combatir esa guerra física y mental
Te lo dice esta venezolana que se ve reflejada en muchas de tus palabras y y está que es Amar a un país donde tu corazón quedo anclado
Victoria Paz Ablanque
/ 09 Sep 2020Es un honor para mi que te sientas identificada con mis letras, es verdad, nuestro corazón se queda anclado en nuestros países, me motivas enormemente a seguir con mis escritos. Abrazo enorme y solidario.
Andrea
/ 09 Sep 2020Como te extraño mi Colombia no pierdo la Esperanza en volver a estar en tus campos a comer la comida más rica del mundo a esta con la gente más simpatica donde una riza vale más que mil palabras
Victoria Paz Ablanque
/ 09 Sep 2020Absolutamente Andrea, no dejemos de soñar, no dejemos morir la esperanza de ver y disfrutar de nuestra Colombia en Paz.
David Fernando Hernández
/ 09 Sep 2020Victoria, gracias por hacerme partícipe de tus escritos tan cargados de objetividad y sabiduría. Palabras que sin lugar a dudas refleja la triste y dolorosa realidad de nuestro país. Sin embargo y como todo colombiano guardo la esperanza que algún día no muy lejano, podamos gozar de tan anhelada paz. Espero que por lo menos no descartes la posibilidad de volver a cargar las maletas para que nos vengas a visitar. Un abrazo
Victoria Paz Ablanque
/ 10 Sep 2020Gracias a ti David, hermoso mensaje. Claro que volveré, siempre volveré, Colombia siempre serà mi hogar, con maletas o sin ellas, el hijo vuelve a casa, tienes razón «Que no muera la esperanza». Abrazo gigante.
Laura Patricia Trujillo
/ 09 Sep 2020Mi amiga, lo escuché nuevamente y volví a llorar como la primera vez que lo escuché. Me duele muchísimo no poder hacer mucho más que dar alientos desde un escritorio a quienes lo puedan necesitar. Anhelo profundamente, volver al Cauca a trabajar en sus montañas, en muchos lugares que no se imagina existen. Este dolor que se refleja en este escrito, estampa con letras lo que muchos sentimos y a veces no sabemos expresar. Te quiero muchísimo y espero nos volvamos a encontrar para ese abrazo que nos debemos.
Victoria Paz Ablanque
/ 10 Sep 2020Amiga de siempre, haces mucho, mucho màs de lo que crees, desde el escritorio o desde el campo, sé quien eres tü y tu familia, son prueba de que la gente buena en Colombia es la mayoría y a quienes debemos toda la gratitud del mundo los que estamos lejos. Yo también espero ese abrazo.
Liliana
/ 12 Sep 2020Mi querida Vicky, sin palabras, me hiciste llorar, al compartir la felicidad de mi hermana cuando llegaste para quedarte y luego nuevamente las lagrimas de todos por tu partida. Pero estoy feliz De leerte y de disfrutar todo lo que escribes y los audios que nos envías con tanto sentimientos y objetividad en cada relato. Mi escritora favorita, un abrazo Dios te aumente tu habilidad de escribir y de analizar y de compartir, recuerda el LIBRO
Victoria Paz Ablanque
/ 14 Sep 2020Liliana, sabes lo importante que es toda la familia Muñoz para mi, el apoyo de ustedes me inspira a seguir. Como quisiera que la historia de nuestra bella Colombia fuera distinta, pero la esperanza sigue viva y no la podemos dejar morir. Claro el libro ahî va, lento pero sin pausa. Abrazo fuerte.
Silvana Pizzirusso
/ 24 Jun 2022Comparto ese sentimiento de impotencia al ver correr la sangre de inocentes por una guerra que desde hace décadas se ha instalado desde nuestros núcleos familiares, escuelas, gobierno y sociedad en general, estamos armados de rencor, divididos por ideologías absurdas, una paz que quedó plasmada en un papel, pero no en la reparación y construcción de una nueva sociedad.
Bravo mi querida Vicky, gracias por tu trabajo, no images cuánto aportas !!
Victoria Paz Ablanque
/ 21 Jul 2022Silvi querida, sabes que has sido una de las personas que me ha impulsado a seguir escribiendo y seguir aprendiendo desde el día uno.
Gracias a ti por tu apoyo incondicional y constante.
Un abrazote